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miércoles, 20 de abril de 2016

PARTICIPACIÓN ACTIVA PARA LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL

Por: Édver Delgado.

“El ser humano, tiene “el poder” sobre los animales y las cosas, y gracias a que disfruta de libertad puede optar por variados caminos en los que se encuentra con la posibilidad de construir o destruir, pero… ¡que triste!, el poder y la libertad, han sido usados para destruir con el fin de construir mundos ególatras, falsos y vacíos” (Delgado, E. 2012. La cima de la montaña de los dioses).

Ante el derecho y deber de participar activamente en la construcción de la sociedad, es importante detenernos a analizar el vital y fundamental compromiso que tenemos todos como ciudadanos en esta tarea que debe hacerse en el aquí y el ahora, sin demora, sin falsedad y deshonestidad.

La participación activa para construcción social requiere de ciudadanos comprometidos con el efectivo ejercicio político, que no es otra cosa que la búsqueda continua de la organización de los pueblos para alcanzar el bienestar de todas las personas sin distingo de raza, género, religión, ideología, condición sexual, económica o social.

La política es el arte que busca la armonía de un pensar social, de un sentir por el otro, actuar con el otro y estar dispuesto a lograr armónicamente, el pleno desarrollo individual y grupal. Ella, gracias  a la participación y acción de las personas, favorece el equilibrio en la vida y ayuda al sano encuentro con los otros.

La política, se dice, es una necesidad ineludible para la vida humana, tanto individual como social. Puesto que el hombre no es autárquico, sino que depende en su existencia de otros, el cuidado de esta debe concernir a todos, sin lo cual la convivencia sería imposible. Misión y fin de la política es asegurar la vida en el sentido más amplio (Arendt, 1997).

Participar en el ejercicio político es una excelente oportunidad que nos da la legislación nacional, pero a su vez es un deber que hay que cumplir con calidad y bastante responsabilidad, porque la lógica nos dice:

Nacimos en comunidad y por ella debemos actuar.
Quien no vive para servir, no sirve para vivir.
Todos estamos llamados a pasar por el mundo dejando huella.
Vinimos al mundo para dejarlo mejor de como lo encontramos.

Recordemos que:
Por el hecho de tener un origen común y de estar interrelacionados, tenemos todos un destino común en un futuro siempre en apertura igualmente común. Es dentro de ese futuro común donde se debe situar el destino personal de cada ser, ya que cada ser no se entiende por sí mismo sin el ecosistema, sin las demás especies en interacción con él y sin los demás individuos de la misma especie; no obstante esa interdependencia, cada ser singular es único y en él culminan millones y millones de años de trabajo creador del universo (Boff, 1996, p. 50).

Gracias a la búsqueda constante de estar en, con, para y por las demás personas es que se ejercita el servicio político que siempre es solidario y filantrópico, de ahí que no debe ser por otro fin que se actúe políticamente, por ejemplo: el económico o la búsqueda de utilidades individuales, porque cuando esto sucede, con cada acción se contribuye con el atraso y el empobrecimiento social.

Una sociedad se identifica fácilmente como un grupo de personas que realiza un trabajo. También tiene otros aspectos. Una sociedad es así mismo un grupo que comparte convicciones comunes respecto de la buena vida. Esto no quiere decir que sea meramente un sistema de producción y de servicios, como lo es un hormiguero, sino que una sociedad humana existe por el hecho de que sus miembros sienten que cierta conducta es correcta y que otra conducta es errónea, y que actúan más o menos de acuerdo a ello. Y un tercer aspecto de la sociedad humana se reconoce en el sentido de pertenencia que tienen sus miembros frente a otras personas que no pertenecen a su sociedad. Una sociedad es un conjunto de personas solidarias (Redfield, 1993, p. 450).

En las instituciones políticas, sobre todo las de talla humana, la necesidad de comprender y dar sentido se lleva a cabo mediante el diálogo, la comunicación de vivencias y experiencias; la reflexión conjunta, y la construcción social en equipo, pero esto sólo se logra, cuando se vive el respeto, la transparencia y se favorecen unas relaciones catárticas (purificadoras) y liberadoras.

El ejercicio político a pesar de buscar el orden, en el juego de intereses, se detiene a evaluar el comportamiento económico ya que él está dado hacia el aprovechamiento máximo de los recursos pero por el instinto individualista del ser humano, genera competencia y rivalidad, que no sólo destruye el fin político sino que atenta contra la supervivencia. Por esta razón debe tratarse con delicadeza y no dejar que él oscurezca las buenas intenciones.

Por último es vital resaltar que las personas que mejor cumplen acciones políticas de calidad, son quienes viven para servir y se alegran por el bien y los logros ajenos, y no sirven para quienes desean locamente gozar de poder; quienes centran su vida en el tener, y quienes actúan únicamente por la búsqueda desesperada del dinero.

Referencias

Arendt, Hannah. (1997). ¿Qué es política? España: Editorial Paidos.
Boff, Leonardo. (1996). Ecología: grito de la tierra, grito de los pobres. Fernández Ciudad: Ed. Trotta.
Delgado, Edver. (2012). La cima de la montaña de los dioses. Bogotá: Real.
Redfield, Robert. (1993). Cómo funciona la sociedad humana. En: Shapiro, Harry. Hombre, cultura y sociedad. México: Fondo de cultura económica.