Por: Édver Delgado.
“El ser
humano, tiene “el poder” sobre los animales y las cosas, y gracias a que
disfruta de libertad puede optar por variados caminos en los que se encuentra
con la posibilidad de construir o destruir, pero… ¡que triste!, el poder y la
libertad, han sido usados para destruir con el fin de construir mundos
ególatras, falsos y vacíos” (Delgado, E. 2012. La cima de la montaña de los
dioses).
Ante el derecho y deber de participar
activamente en la construcción de la sociedad, es importante detenernos a
analizar el vital y fundamental compromiso que tenemos todos como ciudadanos en
esta tarea que debe hacerse en el aquí y el ahora, sin demora, sin falsedad y
deshonestidad.
La participación activa para construcción
social requiere de ciudadanos comprometidos con el efectivo ejercicio político,
que no es otra cosa que la búsqueda continua de la organización de los pueblos
para alcanzar el bienestar de todas las personas sin distingo de raza, género,
religión, ideología, condición sexual, económica o social.
La política es el arte que busca la armonía
de un pensar social, de un sentir por el otro, actuar con el otro y estar
dispuesto a lograr armónicamente, el pleno desarrollo individual y grupal. Ella,
gracias a la participación y acción de
las personas, favorece el equilibrio en la vida y ayuda al sano encuentro con
los otros.
La política, se dice, es una necesidad ineludible
para la vida humana, tanto individual como social. Puesto que el hombre no es
autárquico, sino que depende en su existencia de otros, el cuidado de esta debe
concernir a todos, sin lo cual la convivencia sería imposible. Misión y fin de
la política es asegurar la vida en el sentido más amplio (Arendt, 1997).
Participar en el ejercicio político es una
excelente oportunidad que nos da la legislación nacional, pero a su vez es un
deber que hay que cumplir con calidad y bastante responsabilidad, porque la
lógica nos dice:
Nacimos en comunidad y por ella debemos
actuar.
Quien no vive para servir, no sirve para
vivir.
Todos estamos llamados a pasar por el mundo
dejando huella.
Vinimos al mundo para dejarlo mejor de como
lo encontramos.
Recordemos que:
Por el
hecho de tener un origen común y de estar interrelacionados, tenemos todos un
destino común en un futuro siempre en apertura igualmente común. Es dentro de
ese futuro común donde se debe situar el destino personal de cada ser, ya que
cada ser no se entiende por sí mismo sin el ecosistema, sin las demás especies
en interacción con él y sin los demás individuos de la misma especie; no
obstante esa interdependencia, cada ser singular es único y en él culminan
millones y millones de años de trabajo creador del universo (Boff, 1996, p.
50).
Gracias a la búsqueda constante de estar en,
con, para y por las demás personas es que se ejercita el servicio político que
siempre es solidario y filantrópico, de ahí que no debe ser por otro fin que se
actúe políticamente, por ejemplo: el económico o la búsqueda de utilidades
individuales, porque cuando esto sucede, con cada acción se contribuye con el
atraso y el empobrecimiento social.
Una
sociedad se identifica fácilmente como un grupo de personas que realiza un
trabajo. También tiene otros aspectos. Una sociedad es así mismo un grupo que
comparte convicciones comunes respecto de la buena vida. Esto no quiere decir
que sea meramente un sistema de producción y de servicios, como lo es un
hormiguero, sino que una sociedad humana existe por el hecho de que sus
miembros sienten que cierta conducta es correcta y que otra conducta es
errónea, y que actúan más o menos de acuerdo a ello. Y un tercer aspecto de la
sociedad humana se reconoce en el sentido de pertenencia que tienen sus
miembros frente a otras personas que no pertenecen a su sociedad. Una sociedad
es un conjunto de personas solidarias (Redfield, 1993, p. 450).
En las
instituciones políticas, sobre todo las de talla humana, la necesidad de
comprender y dar sentido se lleva a cabo mediante el diálogo, la comunicación
de vivencias y experiencias; la reflexión conjunta, y la construcción social en
equipo, pero esto sólo se logra, cuando se vive el respeto, la transparencia y
se favorecen unas relaciones catárticas (purificadoras) y liberadoras.
El ejercicio político a
pesar de buscar el orden, en el juego de intereses, se detiene a evaluar el
comportamiento económico ya que él está dado hacia el aprovechamiento máximo de
los recursos pero por el instinto individualista del ser humano, genera
competencia y rivalidad, que no sólo destruye el fin político sino que atenta
contra la supervivencia. Por esta razón debe tratarse con delicadeza y no dejar
que él oscurezca las buenas intenciones.
Por último es vital resaltar que las personas que mejor
cumplen acciones políticas de calidad, son quienes viven para servir y se
alegran por el bien y los logros ajenos, y no sirven para quienes desean locamente
gozar de poder; quienes centran su vida en el tener, y quienes actúan
únicamente por la búsqueda desesperada del dinero.
Referencias
Arendt, Hannah. (1997). ¿Qué es
política? España: Editorial Paidos.
Boff, Leonardo.
(1996). Ecología: grito de la tierra, grito de los
pobres. Fernández Ciudad: Ed. Trotta.
Delgado, Edver. (2012). La cima de la montaña de los dioses. Bogotá: Real.
Redfield,
Robert. (1993). Cómo funciona la sociedad humana. En: Shapiro, Harry. Hombre,
cultura y sociedad. México: Fondo de cultura económica.