viernes, 21 de septiembre de 2018

DEJÉ DE HACER UN GOL



“Después de tantos años estudiando la ética, he llegado a la conclusión de que toda ella se resume en tres virtudes: coraje para vivir; generosidad para convivir, y prudencia para sobrevivir”
Fernando Savater

El sábado fui a jugar fútbol, "una de las cosas que más me gusta hacer en la vida", y en el calor y la efervescencia del cotejo deportivo, irrespeté mi posición en la cancha y entré al área de gol -muy cerca del arquero-, robé el balón, se lo pasé al delantero y él me lo devolvió. Yo quedé en el lugar oportuno para patear y hacer un gran golazo, pero... me quedé quieto, porque me di cuenta que, por el afán, mi mano había tocado el balón, y eso… ahí y en cualquier parte del mundo, es falta.

Mis compañeros y los del otro equipo, continuaron la jugada y algunos me alcanzaron a regañar por haberme quedado quieto. Yo les dije que había cometido una falta y ellos con la mirada me acusaron y algunos se burlaron, hasta hubo quien me gritó: “no sea bobo que el árbitro no la vio”.

Ante el ridículo de mi honesta acción yo me dije: el árbitro no la vio, pero yo sí, y eso basta.

Por mucho tiempo recordaré que el sábado no hice el gol, pero fui justo, dije la verdad, reconocí mi error y lo mejor, fui coherente con algunos principios de mi vida.

Para muchos fui bobo, pero yo quedé satisfecho porque actúe bien y como debe ser.

Por: Édver Augusto Delgado Verano
De la próxima publicación: Rasguña las piedras
(Editorial Libros para Pensar).